
Colección El almuerzo del solitario
Antología Lírica del Ecuador
Autor: Paco Tobar García
ISBN 978-9978-77-315-4
Dimensión: 21 x 13 cm
277 pp.
Año: 2017
Precio: $15,00
Paco Tobar García es consciente de que los poetas descienden de Marsias, el sátiro trasgresor de palabra marginal, y no de Apolo, el dios de la luz y de la palabra de la centralidad; y que por eso es testigo de su propia inmolación, del resquebrajamiento de su conciencia. El fenómeno es posible debido a que el sujeto se moviliza en un mundo inserto en el lenguaje –que se hace posible debido al lenguaje- y que a la vez advierte la escasez de esa misma herramienta de palabras que logran un puente fracturado hacia el otro (…)
Tobar García, consecuente de la crisis de la cultura, se pronuncia con una voz que proyecta el sufrimiento del género humano porque la poesía, para él, hiende el trasvase del lenguaje cotidiano hasta permitir que la lectura de la sombra que llevamos dentro limpie nuestra mirada, nos desenmascare. La palabra lírica hace visible, en cada uno de nosotros, el lugar y la profundidad de esta herida que no cicatriza jamás.
Luis Carlos Musó
Contenido:
Los vaivenes del exilio
Por Luis Carlos Mussó
De Amargo (1951)
[Siento que un niño puro y desleído]
[Tú adelgazas su cuerpo]
[En el colegio le pusieron motes]
[Llega una edad equívoca]
[Ahora que ya soy un hombre solo]
[AMARGO tiene el corazón]
[No puede arder]
[AMRGO se empeñó con su desgracia]
[Sé de mi cuerpo la primera duda]
[Al fondo de este mar hay una gota]
[El hombre busca su dolor]
De Naufragio (1961)
[La voz en llamas golpe]
[De la tiniebla que hiriera]
[Sé que la tierra]
[Brotan el fiero martillo]
[Para la voz del sarmiento]
[¿Es el paisaje real]
[¿Quién ha dejado su huella]
[¿Volcad el día!]
[Tal vez, inmóviles, tercos]
[¿A qué desnudas orillas]
[Cuando la tarde sucumbe]
[Solo el olor de la gente]
[Y ha de volver el verano]
De Canon perpetuo (1965 – 1968)
II
IV
VII
Himnos a Sydia
IV
V
X
XV
XVI
XVIII
De Ebrio de eternidad (1989)
El laurel y la ortiga
Almadén
Inventario
En la abrasada calma
El gajo
Lejos de Denise
Tu aparición humilde
La seducción
Ave callada
I
III
VII
IX
XIII
XIV
XV
XX
XXIII
XXIV
XXVIII
Cansancio de ser triste
I
II
VI
XIX
Elegías de Chorlaví
Primera elegía
Tercera elegía
Cuarta elegía
Séptima elegía
Tres himnos para Venus niña
I
III
Cantos en el ansia
Elegía segunda
Elegía tercera
Elegía sexta
Elegía novena
Bellas en mi agonía
[salvajes los caballos golpeaban]
Ruinas soberbias
Rito de migración
El sacrificio
Elegía de El Daule
I
II
III
X
De La luz Labrada (1996)
El clamor en el olvido de los pájaros
El vacío
Después
Páginas benditas
El ser inmóvil
Aguaje
Clamor oscuro y radiante
Criaturas salvajes
A Ernesto Pabón
El espejo
Fatiga
Las hilachas
La luz labrada
En el estribo
Permanecer
No moraré hacia atrás
Los perros lamen mi sombra
Brevedad del día
Los objetos amados
Vale tarde saberlo
Retrato del artista como un caballo
La tradición y el rito
Las pirámides
La victoria más difícil
El homenaje
Los esponsales
De Voces (1991)
Voces
Breve biografía:
Francisco Tobar García (Quito, 1928 – 1997) Estudió Letras en la PUCE, donde dio cátedra en la Escuela de Literatura. Fue profesor visitante en la Universidad De La Plata, La Sorbona de París, La Complutense de Madrid. Dirigió la Editorial de la casa de la Cultura Ecuatoriana y representó al Gobierno Ecuatoriano como diplomático en España, Haití y Venezuela. Su primera pieza dramática se estrenó en 1946. Con el teatro independiente que fundó y dirigió entre 1954 – 1970, estrenó aproximadamente 30 obras, destacan El César ha bostezado y En los ojos vacío de la gente, elegida por la UNESCO como patrimonio estético de la Humanidad-. Vio publicadas Tres piezas de teatro (1962) y Grandes comedias (1981). En narrativa publicó Los Quiteños (cuentos, 1981) y las novelas La corriente era limpia (1977, su edición colombiana fue secuestrada por considerársela inmoral), Pares o nones (1979), Autobiografía admirable de mi tía Eduviges (1991) y El ocio incesante (1994). El poeta Tobar García publicó El grifo mal cerrado (1950), Amargo (1951), Segismundo y Zalatiel (1952), Naufragio (1961), Canon perpetuo (1969), Dhanu (1978), Ebrio de eternidad (1991), Voces (1991, libro póstumo) y La luz labrada (1996). También escribió ensayo y crítica artística y literaria. Viajero incansable, tuvo estadías en numerosas ciudades norafricanas, europeas y americanas. Mantuvo la columna Crónicas de viejo vagabundo en diario El Telégrafo. En sus últimos años residió en Guayaquil, donde quiso terminar sus días, sin embargo, fue llevado a la capital donde falleció debido a un enfisema pulmonar.